Ya es la Bridal Week en Barcelona y ¡por fin! podemos afirmar con contundencia que “corren otros días para la mujer”. Hace un tiempo superamos el que ir vestida de novia significaba estar envuelta en tul hasta los pies, como una escultura barroca, y conseguimos que un corto de cocktail fuese políticamente correcto hasta en la iglesia.
Esta tarde Rosa Clará nos ha demostrado que, aparte de sentirnos princesas el día de nuestra boda podemos ser un verdadero poliedro: femmes fatales, diosas griegas, protagonistas de Gilda o lo que nos plazca.
La colección contrasta elegantemente el blanco sobre el negro (¿Negro para una novia? Pues sí), y combina de forma espectacular los corpiños y corsés de inspiración lencera con volantes, encajes y pedrería. Una inspiración vintage que nos llevó por principios del SXX consiguiendo que olvidásemos lo manidos que están; PORQUE TODO LO BUENO PARECE NUEVO.
Nos gustó tanto que nos olvidamos de la música, la modelo (Mischa Burton), la celebrity oportuna (Paulina Rubio) y nos dejamos llevar por el movimiento pausado del tejido, y la perfección de la caída y las formas.
Para los que aún no se hayan dado cuenta: una novia es una mujer sujeto, romántica, segura de sí misma y con un estilo propio. La mujer crea al traje, y no a la inversa… de eso saben mucho los dandys, pero Rosa Clará también tiene alguna pista.
De hecho, parte del éxito de la marca es que ha conseguido encontrar una mujer que es la mirada de muchas a través de los ojos de una sola diseñadora. Y creo que ese es el secreto de una buena estrategia de empresa; ponerte en la piel de quien te busca, no crearle una nueva piel, despreciando así su identidad.
Rosá Clará piensa darnos muchas más sorpresas este año, en Harper's Bazaar pronto os enseñaremos su nueva colección de trajes de fiesta. Porque no siempre hay un “That is all”…
Alicia Fábrega. Harper's Bazaar.
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